.....Todo continuó bien durante un tiempo, pero llegó un momento en que él cayó en sus viejos caminos, y de nuevo se puso hosco y peleón. Y como él no se atrevía a golpearla, intentó agarrarla por el pelo y arrancárselo. La mujer se escapó de él, y saltó al jardín, pero él corrió tras ella llevando su regla de medidas y tijeras, y la persiguió lanzando la regla de medidas y las tijeras hacia ella y lo que hubiera interpuesto en el trayecto. Cuando algo la golpeaba él se reía, y cuando no lo lograba, se enfurecía y blasfemaba. Esto continuó por un buen rato hasta que los vecinos vinieron en ayuda de la esposa.
El sastre fue otra vez convocado antes de los magistrados, y recordado de su promesa.
-"Queridos señores"-, dijo él, -"he guardado mi palabra, no la he golpeado, pero he compartido la dicha y la tristeza con ella."....