El hijo de un labrador se hallaba tostando unos caracoles.
Oyéndoles crepitar dijo:
-- ¡ Ah miserables animalejos, están sus casas ardiendo y aún cantan !
Cuando regresó a su hogar contó lo sucedido a su padre. Él respondió: --Hijo, en la vida, algunos se sacrifican por el bien de los demás.