María nunca quería ir a dormir

María nunca quería ir a dormir

La hija de mi prima María nunca quería ir a dormir.

 

María también, como su madre. A María empezó a costarle muchísimo ir a dormir, ella quería acostarse al final cuando todos, es decir, los adultos lo hicieran.

Siempre había disgusto a la hora de ir a la cama.

Repetidas veces se le preguntó el motivo de su negativa, dándole varias opciones ya que, ella sólo respondía 'porque no'.


 -Te da miedo estar sola en la habitación? -No

-Te da miedo la oscuridad? -No

-Te da miedo el silencio? -No

-Entonces por qué?


María, de ocho años, acabó confesando que ella quería ser como los mayores.

Los motivos por los que un niño no quiere hacer algo pueden ser muchos y variados, así pues, es imprescindible saber cuál es su particular razón para negarse, en este caso, a ir a la cama.

De esta forma podremos actuar enfocándonos en esa causa.

 

Mi prima, en las largas charlas telefónicas que manteníamos, me contaba como iba solventando la situación.

Empezó por contarle a María lo maravillosa que es la niñez, las ventajas que tiene, lo afortunada que era al tener una niñez feliz…

Le explicó que llegaría a ser mayor y si no había disfrutado de su infancia no tendría recuerdos. Le dijo: la niñez es una etapa preciosa y tienes muchos motivos para alegrarte de ser todavía una niñita…

Anota bien en tu cabeza todas las cosas bonitas que te ocurren por ser una niña, ir al parque con tus papás, pasear con tu mamá, comer más temprano para ir a la piscina, ir al colegio, tener juguetes, ropa, zapatos….

Todo esto, anótalo bien en tu recuerdo porque hay, desgraciadamente, muchos niños en el mundo que no tienen la fortuna de disfrutar de una bonita infancia. Así, piénsalo bien, y dime si no tienes que estar agradecida y ser feliz por ser todavía una niña y por tener todas esas cosas…

 

Te harás mayor, María, y te dará mucha pena no tener nada para recordar de tu edad infantil excepto que querías ser mayor.

Todo el proceso de información y sensibilización duró aproximadamente tres semanas. María, al fin, comprendió la suerte que tenía y también se concienció de los problemas de otros niños.

A partir de ahí, aparte de acostarse sin protestar, según iba creciendo, regalaba sus juguetes y la ropa que estaba de buen uso para los niños menos afortunados.

María tiene ya diecinueve años. No ha dejado de preocuparse y colaborar a favor de la infancia desfavorecida y recuerda como descubrió las penurias de otros niños porque ella se negaba a ir a dormir y quería ser mayor.

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